jueves, 21 de febrero de 2008

Karaoke

Siempre me pasa que me siento fuera de lugar. Excepto cuendo estoy con mis amigotas y mis pocos amigotes. Hasta en el restorán luego del entierro de Landa, rodeada de toda esa gentusa sangre de mi sangre me sentía fuera de lugar. Como esa vex que llegamos en patota a la Piedra Felix (invitadas de honor obvio)y entramos cagadas de la risa en nuestro natural jolgorio para quedarnos calladas ante tanto vejestorio así como de sopetón. Completamente fuera de lugar. Sólo no con los vagabundos y marginales en general. Entonces imaginenme en una parcela en las afueras de la ciudad, rodeada de pendejos apestosos (puta que son desagradables los cabros chicos de mierda), una TROPA DE MEDICOS y una parienta loca que sólo Eva Boy conoce. Y si, más fuera de lugar que nunca. Y más cuando los mentados dóctores se ponen a cantar karaoke juanes y shakiras y manaes y cosas por el style. HORROR!! Mientras tanto me dediqué a hacer una reserva calórica para la semana completa a base de petibuchés de camarón y mariscos que no puedo comer pero que más daba si estaba rodeada de SALUD y meditar como es preferible estar sola (incluso los domingos) que tan mal acompañada (aunque había un medicazo que llegó así vestido de cirugía a lo Patrick Dempsey en Grey's /ese huevón que cuando era pendejo no calentaba a nadie y ahora hace caer calzones humedecidos/ pero demasiado musculoso, de esos hombres guapos para mirar de lejos no más, no un feucho maloliente para chuparle el body). Así la vida de las solitarias, luego volver a mi inmunda residencia a leer uno de los cinco libros que tenía a medio camino, como si la cosa fuera así, onda trabajo y reuniones sociales en las que no encajo. Mejor les dejo a el Dr. Sheperd medio encuerado, sin sus atuendos de pabellón.

jueves, 7 de febrero de 2008

Baucha

Ayer, justo antes de terminar mi turno el el mesón de informaciones del glorioso aeropuerto de Pudahuel, se acercó una mujer preguntando por un vuelo. La vi y me quedé muda. Era la mujer de Bautista Von Schouwen. Yo la había visto (con Mary Peace, que desde los doce años estaba secretamente enamorada de este miembro del MIR) en el documental de la Carmen Castillo (si puedo decir que vi algo entre tanta lágrima) y me había impresionado tanto. Ella se quedó. A pesar que habían matado a Bautista y a muchos otros compañeros y que los demás habían apretado cueva, ella decidió quedarse y ahí estaba en el aeropuerto, vivita y coleando, tomando un vuelo Air France con conexión Alitalia. Como cara de raja que soy y sentimental la fui a saludar y terminamos las dos abrazadas llorando sin habernos conocido nunca jamás. Después de nuevo me fui al cine Alameda a ver otro documental sobre los fotógrafos en la dictadura (la otra no la de ahora) y seguí llorando a mares por la pena que me doy de mi misma (principalmente) por haber nacido en esta época de mierda y por los demás (secundariamente)por ser mis contemporáneos. En fin, la reflexión me duró sólo esa tarde que estaba por llegarme la regla. Ahora nada me conmueve, hasta el nuevo rechazo de A. me da risa (parece que ya me acostumbré a que me mande a Hawaii). Ahora ando sin ninguna conciencia social pensando única y exclusivamente cochinadas, porque como dice una tal Violetta las mujeres que se acuestan con cerdos terminan por convertirse en cerdas, y de eso mucho tiempo.

sábado, 2 de febrero de 2008

Dadan

Huevona consumada el único puto día libre que tengo en la semana me da por caminar por un Santiago que hierve de calor y de flaites. Y vitrinear cosas que no me interesan y encontrarme face to face con el abominable mundo del uniforme escolar yo que hace una década salí de ese infierno. En realidad me dirigía al cine y me perdí la función por andar en Patronato que ya casi sé de memoria. Iba a ver un documental en el cine arte Alameda que me hace descuento por vivir en el down town. Entonces mientras me tenía que devolver con la cola entre las piernas, pateando la perra, me acordé de esta otra peli que vi ahí mismo con Mery Peace hace unas semanas. Nos sentamos en una butaca incomodísima por dos horas y media en las que caí absolutamente enamorada de Dadan, el malo de la película, un mafioso cocainómano y cabrón que se pasaba el día bailando. Que hombre tan encantador, yo no sé si en estas tierra no existen hombres así, si son de factura exclusiva de los Balcanes o si simplemente en ese sentido tengo una mala cueva indiscutible (porque de mi estrella en general no me puedo quejar). ¿Cuando llegará mi gato blanco?.