
Siempre me pasa que me siento fuera de lugar. Excepto cuendo estoy con mis amigotas y mis pocos amigotes. Hasta en el restorán luego del entierro de Landa, rodeada de toda esa gentusa sangre de mi sangre me sentía fuera de lugar. Como esa vex que llegamos en patota a la Piedra Felix (invitadas de honor obvio)y entramos cagadas de la risa en nuestro natural jolgorio para quedarnos calladas ante tanto vejestorio así como de sopetón. Completamente fuera de lugar. Sólo no con los vagabundos y marginales en general. Entonces imaginenme en una parcela en las afueras de la ciudad, rodeada de pendejos apestosos (puta que son desagradables los cabros chicos de mierda), una TROPA DE MEDICOS y una parienta loca que sólo Eva Boy conoce. Y si, más fuera de lugar que nunca. Y más cuando los mentados dóctores se ponen a cantar karaoke juanes y shakiras y manaes y cosas por el style. HORROR!! Mientras tanto me dediqué a hacer una reserva calórica para la semana completa a base de petibuchés de camarón y mariscos que no puedo comer pero que más daba si estaba rodeada de SALUD y meditar como es preferible estar sola (incluso los domingos) que tan mal acompañada (aunque había un medicazo que llegó así vestido de cirugía a lo Patrick Dempsey en Grey's /ese huevón que cuando era pendejo no calentaba a nadie y ahora hace caer calzones humedecidos/ pero demasiado musculoso, de esos hombres guapos para mirar de lejos no más, no un feucho maloliente para chuparle el body). Así la vida de las solitarias, luego volver a mi inmunda residencia a leer uno de los cinco libros que tenía a medio camino, como si la cosa fuera así, onda trabajo y reuniones sociales en las que no encajo. Mejor les dejo a el Dr. Sheperd medio encuerado, sin sus atuendos de pabellón.